Cap.2 Traición.
El sol se ocultaba al
atardecer abriendo paso a una noche clara y fría. Will reunió a dicho grupo de
gente tan discretamente como pudo, a pesar de las dudas que le generaba persona
de tan dudosa fiabilidad, no tuvo más remedio que seguir el único plan con
esperanzas de sobrevivir que había.
El patio estaba
oscurecido, los soldados alertados del ataque esperaban en sus posiciones en un
perfecto silencio, mostrando atención a lo que podía venir por fuera de las
murallas; por suerte para Will; que junto a cinco mujeres tres niños y tres
hombres esperaban impacientes en las caballerizas, lo que su señor les tendría
preparado.
En las murallas, a lo
lejos se empieza a ver, como un grupo de unas 46 personas en una anárquica formación,
con j líder de mercenarios a la cabeza del grupo, se acercaba lentamente al
castillo.
Era entendible que de
un grupo de mercenarios, no puedes esperar que mantengan ninguna formación
militar, y es posible que ni siquiera contasen con una estrategia para
adentrarse en el castillo, pero algo raro había en ellos, y los soldados empezaron
a darse cuenta según anárquico ejército se acercaba al castillo. No llevan ni
escalinatas ni ningún tipo de material para el asedio.
Según se acercaron a
unos 80 metros al castillo, el insensato líder alzo sus dos espadas, pegó un
grito, y todo el grupo empezó a correr hacia la puerta del castillo.
Desde el castillo, los
gritos de los mercenarios encogían el corazón a cualquiera que estuviese
dentro. Will todavía esperaba la aparición de Eduard, y según los gritos se
acercaban, sus esperanzas se desvanecían un poco más.
Mirando con temor a la
puerta, de repente, vio como una sombra emergía desde los cielos; no se podía
saber quién era, pues estaba demasiado oscuro; y dicha misterios sombra se fue
a los laterales y rápidamente, con maestría abrió el portón del castillo, y tan
rápido como apareció, este, se fue.
-
¡Alguien ha
abierto el portón!- se apresuro a decir un soldado, buena acción, tal vez esa
frase al ser escuchada por el resto, marcaría cierta diferencia entre ganar o
perder en esa batalla… Lástima que nuestro soldado no pueda gozar de la
repercusión de su frase, pues acto seguido un virote de ballesta atravesó su cráneo
con una eficacia incuestionable…
Nada más entrar los
mercenarios, y sin que Will ni ninguno de los presentes pudieran reaccionar, un
hombre encapuchado y armado les alerto por la espalda y les dijo:
-¡Rápido, seguirme!
A Will en este momento
se le ocurrió utilizar el sarcasmo diciéndole que no, que estaba esperando a
alguien, pero gracias a la tensión del momento, no cometió aquel error que habría
acabado con su vida.
Siguieron al
misterioso hombre de identidad predecible por lo que eran, unos secretos
pasadizos que sacaría al grupo sano y salvo del castillo.
En ese momento los
mercenarios ya habían tomado el patio del castillo de una forma aplastante y un
grupo de los suyos se adentro al castillo para matar al quien pudiera estar dentro.
La limpieza fue fácil, y los mercenarios
decidieron sacarle a su líder una recompensa por tan buen trabajo pactado.
Salieron con un hombre mayor con una grave herida en el brazo y maniatado y lo
pusieron de rodillas frente al líder de mercenarios; con la única presentación de...
¡mira! Aquí tienes al dueño del castillo, el muy cabrón quería defenderse a
toda costa.
J, sin pestañear cogió
la espada de la mano izquierda y tras un rabioso grito, le cortó la cabeza. Alzo
el brazo a los presentes y dijo:
-
¡Tenemos hasta
antes del amanecer para saquear todo lo que podamos! Mañana, según tengamos
noticias del druida y de los dos exploradores, saldremos en busca de la mierda
tribu de los Aranarache!
Los estrechos
pasadizos junto a la tensión del ataque, se hacían claustrofóbicos, el
recorrido era largo, pues estaba hecho para asegurase el salir en terreno fuera
de batalla.
Una pequeña brisa
anunciaba la salida del túnel, por fin esto terminaba, solo quería ir a casa y
descansar solo eso…
Grata fue la sorpresa
de todos cuando al salir del pasadizo, el comandante Marraco junto a Urdiales y
10 arqueros que les apuntaban, esperaban a las afueras con impaciencia.
Eduard, miró a Gork
con cara de asombro, y justo cuando un arquero se acercó a él para noquearle
con un garrotazo, Gork lanzo una burlona y fuerte risa que retumbaron en sus oídos
mientras se desplomaba.
El general Marraco dijo:
-
El príncipe quiere
ocuparse personalmente de este elemento. Levenselo.
-
¿Y el resto?
-
¿El resto? Mira
chico una cosa esta clara aquí y es que hoy, hoy no ha habido supervivientes.
Cuando una batalla
está perdida, sólo los que han huido pueden combatir en otra. “Demóstenes”